En marzo de 2017 se puso en marcha en Valladolid el proyecto 8×3, en el que una valla publicitaria pasa a ser el soporte de una obra de arte contemporánea, que cambia de manera mensual. Hablamos con la artista y coordinadora del proyecto Elisa Rodríguez, sobre la experiencia y cómo el arte puede recuperar un espacio público normalmente invadido por la publicidad.
TINA – ¿Podrías comenzar contándome cómo surgió el proyecto y cuáles son sus objetivos?
ELISA – La idea de reaccionar ante los excesos de la publicidad apareció en mí hace años al darme cuenta de que muchos compartíamos una indignación profunda pero los anuncios seguían, imperturbables, inundando nuestras vidas sin nuestra aprobación. Finalmente decidí materializarla en un proyecto llamado irónicamente La publicidad como espacio de librepensamiento, influenciada por el entusiasmo del movimiento 15M del 2011. Recuerdo que la gente escribía sus opiniones con rotulador sobre los anuncios del metro de Madrid, y alentada por ellos empecé a pintar y dibujar sobre anuncios por las calles de Vilnius, Lituania, porque en esa época me encontraba allí realizando un Máster de Bellas Artes.
Durante los dos años que duró el proyecto, la experimentación me mostró que la forma más productiva tanto de hacer llegar el mensaje de protesta como de desarrollar la parte plástica era negociar acuerdos con espacios publicitarios e instituciones, evitando de esta forma esconderme, que se borrasen las intervenciones en menos de un día, el rechazo ante la ilegalidad, los prejuicios ante el «vandalismo». Porque de forma ilegal la acción es de alguna manera más pura y enérgica, pero duraba muy poco tiempo y solo alcanzaba a ciertas personas que de alguna manera ya estaban de acuerdo con mis ideas. El objetivo es más bien comunicarse con las personas que nunca se hayan parado a analizar estos espacios y que en las calles quede plasmada una respuesta a la publicidad, es decir, un mensaje de que como transeúntes no aceptamos cualquier cosa.

Obra de Vulovak en 8×3, marzo de 2017. Fotografía de Elisa Rodríguez

La artista Noa González, autora de la obra, y Elisa Rodríguez, en abril de 2017. Fotografía de Alberto Mingueza.

Obra de Antonio Samaniego en 8×3, mayo de 2017. Fotografía de Julien Gallez
T – ¿Cuál es la influencia que el libro Sin Logo de Naomi Klein ha tenido en 8×3?
E – Empecé de forma paralela una investigación sobre todo el movimiento contrapublicitario y la historia de las intervenciones callejeras, como Keith Haring en el metro de Nueva York, B.U.G.A. UP en el Canadá de los 70, o actualmente festivales como Art Moves en Polonia. De esta manera caí en libros como «La sociedad del espectáculo» de Guy Débord, «Propaganda» de Edward Bernays o «No logo» de Naomí Klein, un icono de esta corriente de pensamiento que me ayudó a conocer la historia detrás de las marcas y, así, descifrar mejor todo ese mundo al que yo quería dirigir mis críticas.
T – ¿Qué artistas han participado hasta ahora?¿Tienen algún punto en común?¿Cómo se realiza el proceso de selección?
E – Hasta ahora han participado Paulius Šliaupa desde Vilnius y Vulovak desde Kaunas (Lituania), Antonio Samaniego y Jesús García desde Madrid, Derian Derian desde Yogyakarta (Indonesia), Paula Fraile desde La Coruña y Pablo Pérez Orellana desde Santiago de Chile. Desde la propia ciudad hemos contado hasta el momento con Noa González, Cuco (Javier Carrera), Cristina R. Vecino y actualmente puede encontrarse la obra de Ana Cubero. Cada uno viene de una disciplina creativa diferente y tienen inquietudes muy distintas, generando un contraste que se buscaba a la hora de explorar las posibilidades del formato y el entorno, pero siguiendo una línea de sensibilidades y circunstancias casi determinadas por la pertenencia a una generación. Pero si algo une a estos artistas es sin duda la conexión conmigo como coordinadora puesto que he buscado a propósito una orientación muy personal a la hora de elegir los artistas en función de mis propias vivencias y afectos a lo largo de diferentes ciudades.

Obra de Derian Derian en 8×3, julio de 2017. Fotografía de Elisa Rodríguez

Obra de Paulius-Šliaupa en 8×3, agosto de 2017. Fotografía de Elisa Rodríguez

Obra de Pablo Pérez en 8×3, septiembre de 2017. Fotografía de Elisa Rodríguez
T – Tras diez meses de proyecto, Cuco ha sido el primer artista que ha pintado directamente en la valla. ¿Podrías hablarnos de su intervención?
E – Puesto que la valla es propiedad de una empresa publicitaria, debíamos ceñirnos a ciertas normas que hacían complicada la intervención directa sobre la superficie, y todos los artistas han enviado sus obras como fotografías. Posteriormente se han imprimido y colocado siguiendo el proceso habitual de esta empresa. En el caso de Cuco conseguimos los permisos para poder además añadir unas intervenciones puntuales sobre su imagen original, la fotografía de manchas aleatorias sobre las que los transeúntes podían hacer volar su imaginación e indicarle lo que veían. Siguiendo el carácter de otros trabajos como los que expuso en la galería «La Atómica» durante la pasada primavera, Cuco dibujó en directo durante una mañana las descripciones sobre las propias manchas de la imagen.
T – ¿Cuál es tu papel en el proyecto?
E – La idea de intervenir una valla publicitaria con obras de artistas no es nada nuevo pero hacerlo en Valladolid sí. Mi papel ha consistido en buscar una manera de financiarlo y aportar mis influencias a mi propia ciudad. Nunca he sido comisaria ni considero que sea el papel que más me gusta, pero de alguna manera he asumido con gusto ese rol a la hora de empujar un proyecto que quería que existiese.
T – Al inaugurar 8×3, presentaste una exposición con tu obra bajo el título Sin Logo. Además, eres la artista autora de varias marquesinas colocadas en diferentes puntos de Valladolid. ¿Podrías contarme un poco más sobre esa parte del proyecto?
E – Efectivamente, dimos el pistoletazo de salida en «La Recámara» de la galería vallisoletana La Gran, donde expuse los inicios del proyecto y los bocetos de la sección «175 x 120» que me reservo como artista. Al contar de forma paralela con la cesión temporal de algunas marquesinas en desuso, decidí dejar la valla grande para artistas invitados e intervenir con mis propios dibujos las vallas más pequeñas pero más numerosas (hasta el momento un total de 9 mupis que se mueven de forma aleatoria a través de la ciudad en función de la disponibilidad). Mi intención es equilibrar así la actividad compartida con la propia, la labor de organizadora con la de artista, y continuar investigando en mi propia forma de intervenir publicidad que ya comenzara en Vilnius en el año 2012.
T – ¿Cuál ha sido tu trayectoria antes de comenzar a gestionar 8×3?
E – Al terminar mis estudios de Bellas Artes entre Madrid, París y Vilnius, conseguí una beca Darmasiswa para estudiar batik durante un año en el Indonesian Institute of the Arts. Allí pude explorar no solo una cultura nueva sino también el campo de la artesanía, mientras participaba en proyectos de pintura mural o cine al aire libre. El batik es la creación lenta y paciente del estampado de una tela de forma tradicional, es casi una forma apacible de enfrentarse a una sociedad de consumo que crea y destruye sin conciencia. Al volver, he dedicado estos últimos años a materializar una serie de influencias muy diversas en varios proyectos como Ocho por Tres o Estudio Humo (actualmente en pausa), he participado también en actividades colectivas como el teatro de sombras de la Asociación Rompenubes, la residencia artística de Espacio Matrioska o el festival Expresarte de intervenciones urbanas. He impartido también algunos talleres como el de pintura mural en el Espacio Joven de Valladolid o la Master Class de pintura dentro del programa «Castilla y León: Tierra de Acogida».

Obra de Jesús García en 8×3, octubre de 2017. Fotografía de Elisa Rodríguez

Obra de Cuco en 8×3, noviembre de 2017. Fotografía de Julien Gallez

Obra de Cristina R Vecino en 8×3, diciembre de 2017. Fotografía de Elisa Rodríguez
T – ¿Habéis contado con algún tipo de ayuda desde las instituciones públicas para financiar y promocionar el proyecto?
E – El proyecto cuenta con una beca de creación artística contemporánea de la Fundación Villalar, amparada por las Cortes de Castilla y León, desde febrero de 2017 hasta febrero de 2018. Por esta razón en principio la duración del proyecto es un año (de marzo a marzo) a no ser que encontremos una nueva manera de financiarlo.
T – ¿Cuál es la repercusión que está teniendo en Valladolid? ¿Cómo ves la situación de la ciudad actualmente, en cuanto a espacios donde poder ver y exponer arte contemporáneo?
E – Creo que está teniendo una buena repercusión, aunque es cierto que me ha llevado un tiempo ir vinculando el proyecto a la ciudad porque llevaba diez años sin vivir aquí. Por esto se puede notar cómo Ocho por Tres ha comenzado con artistas de otras ciudades y poco a poco ha ido relacionándose más con el circuito local. Este recorrido de lo global a lo comarcal me parece bastante atractivo, y ha ido brotando solo, reflejando la evolución espontánea del proyecto.
En general, encuentro la vida cultural de Valladolid muy monopolizada por las instituciones públicas. Al final da la impresión de que las salas municipales y las subvenciones están todas organizadas por el mismo círculo de personas, lo que refleja cómo se puede dominar la cultura desde las amistades, el funcionariado y la política. Creo que sería interesante crear itinerarios independientes pero con una solidaridad constructiva entre ellos, y que el Ayuntamiento pudiera apoyar iniciativas aunque no estén relacionadas directamente con él, dando acceso a ayuda y difusión de una forma más democrática. También me parece que los espacios independientes que existen tienen a veces una competitividad excesiva entre sí que no favorece nada el panorama artístico de la ciudad, pero creo que esto es una tendencia común en el mundo del arte.

Obra de Ana Cubero en 8×3, enero de 2018. Fotografía de Elisa Rodríguez

Marquesinas con obra de Elisa Rodríguez. Fotografía de la autora
T – ¿Qué artistas podremos ver en 8×3 en los próximos meses?
E – La valla número 12 se colocará a finales de este mes y promete ser un buen epílogo para cerrar el ciclo con el planteamiento de una problemática de la ciudad. Se trata de los artistas locales Gaspar Francés, Ana Nan y Chucho Nieto, que preparan además una pequeña acción ad hoc mientras yo pienso en la manera de celebrar la clausura de estos divertidos 12 meses de intervenciones contra-publicitarias.
T – ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
E – El plan inicial era clausurar Ocho por Tres al finalizar los doce meses, pero dado que el proyecto se encuentra en su mejor momento, estoy buscando nuevas formas de financiarlo una vez terminada la beca de la Fundación Villalar. En caso de no ser posible, nunca faltan proyectos: recientemente he sido seleccionada para realizar unas intervenciones puntuales en la orilla del río Pisuerga y próximamente impartiré un taller de batik en La Fontanería, un espacio creativo que abrió sus puertas el pasado mes de septiembre.
T – Y para acabar la entrevista como ya es tradición en ¡Ah! Magazine, ¿nos recomiendas un libro y una canción?
E – Escucho The Avalanches desde mi adolescencia y creo que Frontier Psychiatrist nunca pasará de moda. Como libro siempre recomiendo Frankenstein, de Mary Shelley, porque al igual que The Avalanches parece no envejecer nunca.
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Imagen de portada: Obra del mes de junio de 2017, de la artista Paula Fraile. Fotografía de Julien Gallez.
Página web del proyecto: 8×3
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